martes, 1 de junio de 2010

EL CHIRRIDO DE LOS CARROS

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¿Qué fue del chirrido de los carros?

De las mulas y mulos.
De los burros cansinos.
Y aquellos bueyes tirando
del sudor de los caminos.

De la paja, el grano y el heno,
la alfalfa y estiércol,
la leña y las uvas,
del acarreo.

De los niños alegres,
las mujeres animosas,
y los hombres serios.
De los perros ladrando y corriendo tras ellos.

Están aparcados,
bajo un silencio del cielo.





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20 comentarios:

Raúl M. Olmos dijo...

Una poesía muy bonita Javier, te felicito!!
Por aquí todavía queda algún abuelo que por cariño o nostalgia, no se, todavía se da alguna vuelta en carro, es la suerte que tenemos en los pueblos que todavía de vez en cuando podemos ver estas cosas...
Saludos

Pilar dijo...

pues aquí Javier, jejeje, si te cuento...

nuestro carro se quedó...
anclado en el patio,
como típica/tópica
decoración del pasado...
para que los visitantes se foten asombrados a su lado,
para que todos bromeen
con el de Manolo Escobar¡¡¡

y los burritos aquí,
andaluces y altaneros,
siguen currando en la granja,
aunque yo creo que mejor¡¡¡
a cambio de pan, mucho cariño y los mejores recuerdos¡¡¡
pasear a cuestas con los niños...
que siguen alegres, pienso que más¡
con mujeres/monitoras animosas¡¡¡
y sin hombres serios que nos agüen la fiesta, jajajaja¡¡¡

saludos desde la granja-escuela de Córdoba¡¡¡

Jesús Dorda dijo...

Tristes destinos el de muchos carros que tan bien sirvieron a sus dueños en las duras jornadas de trabajo.
Pudrirse bajo el sol y la lluvia. O tal vez convertirse en un adorno más o menos hortera en un jardín.
En el mejor de los casos ser un objeto de museo etnológico, quizás fuera de contexto, fuera de uso.

Fernando J. Feliu dijo...

¿Y de los casbabeles y campanillos, cuando iban por la noche, atravesando Valencia, hasta llegar a la playa para coger arena para la cama de los animales, utilizándose posteriormente para los campos de excelente tierra donde se cultivaba la chufa...?

Todavía tuve el lujo de escuchar esos sonidos que me has hecho recordar. Hoy ya no es posible.

Un saludo.

El Naturalista dijo...

Fcº Javier, te invito a visitar el Campo de Montiel a reencontrarte en sus pueblecillos con algunos carros que aún circulan repartiendo cal. Si es que, hasta tenemos Apteromantis... ¡con eso digo todo! Saludos, me ha gustado el toque poético del blog.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Me alegra, Ramuol, que todavía tengáis quien saque los carros a la calle. Disfrútalo y, a ser posible, seguid manteniéndolos porque los carros son un elemento esencial de nuestro paisaje histórico.
Saludos para ti.

Vaya, Pilar, aunque aparcásteis el carro la vida rural sigue por allí tan animosa como en los viejos tiempos (o más). Es una suerte.
Saludos para ti y toda la granja.

Pues sí, Jesús, triste destino el abandono de quienes tanto y tan bien (económica y ecológicamente) sirvieron. Convertir los carros en objeto de decoración (siempre que no sea afeándolos) o en pieza de museo demuestra que conjugaron sabiamente utilidad y belleza.

Verás, Fernando, esto de los cascabeles y campanillos...no lo escuché jamás por mi zona rural burgalesa. Suena muy bien lo que comentas, ese sonido alegre en la noche urbana, la mezcla de arena y estiércol, y esas deliciosas chufas de mi adorada horchata (la auténtica, ya muy rara y escasa, como los carros).
Otro saludo para ti.

Naturalista ¡Pues sí que estáis completos en el Campo de Montiel!¡No os falta de ná! Ahora, te voy a decir que estuve a mediados de mayo por allí y en Villanueva de Los Infantes celebraban un desfile de carrozas...con galeras de tractor. No obstante, sí hubo una carreta y hasta un digno imitador del Tío La Vara.
Gracias por la invitación al reencuentro con una tierra tan ancha, variada y rica en tradición.
Saludos para ti.

Javier G. Pérez dijo...

Aún recuerdo los enormes radios y el amplio perímetro de las llantas revestidas por una cubierta de hierro macizo que iba moliendo las piedras más blandas a su paso. Alguna chirriaba resistiéndose a la molienda y provocando un ruido insoportable. Así recuerdo a ese tipo de carros: el sonido típico de sus ruedas y de los cascos de los mulos que los arrastraban.
Saludos

Mabel G. dijo...

Hola Fco Javier, qué épocas hermosas aquellas.Y qué bonito poema el tuyo.
En nuestro campo argentino, aun siguen las huellas hechas por las carretas... como cantó Atahualpa Yupanki:

"Porque no engraso los ejes,
me llaman abandonao...
si a mí me gusta que suenen,
pa' qué los quiero engrasar...

Es demasiado aburrido
seguir y seguir la huella,
andar y andar los caminos
sin nada que me entretenga...

No necesito silencio;
yo no tengo en qué pensar.
Tenía... pero hace tiempo...
¡ahura, ya no pienso más!

¡Los ejes de mi carreta
nunca los voy a engrasar!"
..........................
Gracias por tan rememorativa entrada.
Un abrazo amigo !

Montse dijo...

Nostálgico poema, Javier! que los carros están aparcados pero no olvidados.
Todavía hay quien conserva alguna vieja carreta, utiensilios de labranza y un sinfín de objetos de otros tiempos y gracias a esas personas aún lucen bajo el cielo azul para el deleite de los observadores.

Un besito.

Anónimo dijo...

Eso mismo me pregunto yo.
Avanzar es bueno, pero por qué olvidar lo que también lo fue?
Me has transportado al pasado y de repente he recordado que hasta los dibujos animados han cambiado.
¿Dónde están todos esos que se rodeaban de naturaleza? Como tu dices, de paja, de grano, de leña y uvas, de acarreo, de niños alegres y perros ladrando y corriendo tras ellos.

Si señor, para mi que también están aparcados.

Un beso, Javier. Y gracias por hacernos escuchar a ese cielo que permanecía tan en silencio.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Era un sonido potente, Javier. Parecía que con ellos rodaba el peso de la Historia. Esa larga Historia, de miles de años, durante los cuales fueron el principal medio de transporte terrestre.
Saludos para ti.

Gracias Mabel, por tus palabras y ese hermoso poema-canción, todo un himno a la independencia individual.
Otro amistoso abrazo para ti.

Claro que sí, Montse, todavía hay quien conserva esos carros para no olvidarlos...pero lo que se fue para siempre fue toda la vida (y la forma de vivirla) que ellos transportaron. Sólo quienes los vimos en vivo podemos sentir esa nostalgia.
Otro beso para ti.

Lamentablemente, Neli, el devenir de la Historia humana (de la que nos tocó vivir) aparcó definitivamente (?) los carros para motorizarse y correr a no se sabe dónde...dejando atrás demasiadas cosas buenas.
Otro beso para ti.

Olga Bernad dijo...

Me has montado de golpe en los carros de mi infancia, los últimos carros que aún estaban en uso por el pueblo de mi madre, siempre guiados por hombres serios y viejos y seguidos por perros y chavales. Les pedíamos que nos dejasen montar y allí íbamos, tan contentos, los críos de ciudad, manoseando olores, traqueteos, perros libres, gallinas por los corrales (ay,esa emoción de subir al gallinero para ver si había huevos!). En fin, definitivamente eso se ha perdido, salvo en nuestra memoria o ya como espectáculo, no con la última normalidad que yo ya miraba como algo extraño. Ahora tienen que llevar a los niños a granjas-escuela para que no piensen que los pollos son esa cosa triste y muerta que ven en las carnicerías.
Me ha gustado mucho leer esta entrada.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Gracias, Olga, por subirte al carro. A ese carro que se llevó encima los recuerdos felices de una infancia agraria-adoptiva, como la que un servidor también vivió con intensidad bajo los cielos castellanos.
Los carros fueron portadores de mucha vida y de esa cultura rural y fundamental que puso los cimientos de lo que ahora somos, aunque algunos lo olviden o ni siquiera lo sospechen.
Saludos.

Máster en nubes dijo...

Mi carro ... me lo robaron... anoche cuando dormíaaaaa.

Me encantaban los carros y si pudiera me gustaría conducir un tractor, esa sensación de poder en la carretera ja ja y no dejar pasar a ningún coche, hala, todos lentos... y sin dejar que ninguno adelante, parándote para dejar pasar a las ovejas pero a los coches no, ea.

Bueno, en serio, que tienes razón. Donde esté la tracción animal y la madera...

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Eso del tractor, Aurora, ya es otra historia (más actual). Aunque también he disfrutado mucho de pequeño subido en los tractores, el recuerdo de los carros conecta mi infancia con esa Iberia rural que ya se llevó el tiempo (¿0 nos la robaron cuando a Manolo Escobar le robaron el carro?).
Saludos.

Anónimo dijo...

Buenas, Javier.

En mi blog dejo una cosilla para ti, por si quieres pasar a recogerla.

Un saludo.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Hola Trotalomas, acabo de regresar de tu blog. ¡Muchísimas gracias por tu deferencia para con este blog!... que apenas es un rincón.
Saludos agradecidos.

Bibiano Montes dijo...

Magnífico, bonito poema, Fco Javier.
Nostalgia para los que nos criamos en ese mundo rural y que vemos como se han perdido todas esas cosas que "mamamos". Será el desarrollo, la globalización , los años o, ¡ yo que se !....
un saludo,

Paco Amor dijo...

También, y en el pueblo en el que vivo, aún puedo disfrutar (elegí bien el verbo) de algunos carros y carretas tirados por caballos o mulas.
El saludar al carretero con una sonrisa empática, sincera, es recibido por éste como un raro regalo que acoge agradecido. Así lo recibe porque, lo más frecuente, es que quienes cohabitan en el pueblo le recriminen porque su bestia cagó en el asfalto, por ejemplo (o por aliviarse), o porque rebuznó o relinchó más decibelios de los permitidos.
Curioso que esas mismas gentes, espantadas por una escena que fue normal en su infancia, no se espanten ante los excrementos gaseosos y ruidos ruidosos del automóvil o la motocicleta.
Lo celebran.

Es lo que tiene el tuning: luce mucho pero ensucia más.

Un saludo.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Pues será un poco de todo, Bibiano.
Muchas gracias por acudir al chirrido de los carros (cada vez menos chirrido y menos carros).
Otro saludo para ti.

Hola Paco Amor, bienvenido. Es una suerte que convivas a diario con los carros y quienes los llevan. Parece mentira, desde luego, que haya quien se moleste más por los carros que por los automóviles y motos (por no hablar de esos trastos con los altavoces gigantes a toda pastilla vomitando decibelios al exterior).
Otro saludo para ti.